Julio Cortázar
(1914-1984)
Casa tomada
(Bestiario, 1951)
(1914-1984)
Casa tomada
(Bestiario, 1951)
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
—¿Estás seguro?
Asentí.
—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas quetanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
—No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
—Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
—Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.
—No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
—¿Estás seguro?
Asentí.
—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas quetanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
—No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
—Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
—Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.
—No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.
38 comentarios:
bueno en la casa tomada en esta historia es sorprendente como solo al escuchar ruidos ellos piensan que tomaron la mitad de la casa después de esto ellos vuelven a escuchar ruidos en la casina y en el baño ellos se van pero es solo su imaginación la historia relata la vida de dos hermanos que todos los días hacían lo mismo
atte. martin osorio
Este cuento esta muy raro, pero esta interesante,a su vez esta es la intención del autor, el que el lector de su final que se imagine el que si en realidad alguien se encontraba dentro de la casa o si simplemente eran los ruidos de una casa vieja lo que hizo que los protagonistas vivieran en un solo lado de la casa y después salirse definitivamente de ella.
Es una casa antigua, en la cual viven dos hermanos, un hombre y una mujer ya grandes de edad como de unos 40 años o mas y son ricos.
Nunca se casaron y se reparten los quehaceres de la casa, ella tejia y el leia libros,tuvieron que avandonar su casa porque los asustaban y ya
IRMA SELENE A.S
la lectura de la casa tomada esta muy bonita por que es una histori donde nosdeja en suspenso ya que los dos hermanos vivían en una casa muy grande y y eran ellos dos meticulosamente hermanos se imaginaban que alguien avía entrado en su casa y pues tuvieron que vivir en la otra mitad cuando el señor se dio cuenta que alguien entro ala otra mitad de su casa se salaron sin darse cuente y sin asegurase de que nadie avía entrado y quedo fue producto de su
imaginación
atte:sabrina dominguez rocha
PUES ESTA HISTORIA ES MUÍ SORPRENDENTE POR QUE SON DOS HERMANOS QUE TUVIERON OPORTUNIDAD DE CASARSE PERO NO FUE MALA SUERTE Y PUES AL VIVIR SOLO ELLOS ERAN ASUSTADO
ATT:MAKACO
eran dos hermanos que se fueron a vivir a una casa antigua en donde habían vivido sus abuelos, ninguno de los hermanos se caso, después de que se fueron a vivir a esa casa se organizaban para hacer la limpieza, como ya eran personas grandes la mujer llamada Irene ocupaba el resto del tiempo para tejer y el hambre para leer ellos eran de Buenos Aires Argentina, después de vario tiempo escuchaban ruidos hasta que se fueron y aventaron la llave a la alcantarilla.
MARIA YESENIA VELAZQUEZ ESPINOZA
ESTE CUENTO ESTA MUY RARO PERO TE BAS IMAGINADO LO QUE ESTA PASANDO Y ERA UNOS HERMANOS QUE VIVIAN EN UNA CASA MUY GRANDE Y SUS HERMANOS SE IMAGINARON QUE ALGUIEN ENTRO A SU CASA Y ELLOS SE ASUSTARON Y VIVIERON NOMAS EN LA MITAD.
ATTE: ANTONIO BERNAL OLMOS OSEA EL BUDY
la casa tomada es un cuento que por asares del destino dos hermanos se quedan solos sin pareja, son hombre mujer, y empiezan habitar una casa muy grande donde podrían caber asta 8 personas y solo estaban ellos dos, todos los días realizaban sus labores domesticas y almorzaban a la misma hora, todos los días hacían lo mismo, cuando después de un determinado tiempo por medio de su imaginación escuchaban ruidos y ellos pensaron que se apoderaron de la mitad de su casa, poco después volvieron a escuchar ruidos en la cocina y en el baño y ellos desalojaron la casa, afuera tiraron la llave y se fueron.
la casa se apodero de ellos, y ellos por estar solos lo imaginaban.
att: Jessica Edith Estrada Carbajal
Pues es una lectura muy emocionante por que te hace estar en suspenso y tiene drama pues para pasar el rato esta bien. y es una buena forma para pasar el rato y no hacer otras cosas como jugar vídeo juegos mínimo al leer aprendemos algo.....
aparte es una buena lectura no esta aburrida como otras pero esta en lo particular me justo mucho por lo que trata.
made for: juan carreon castrellon
este cuento se me hace muy interesante es como de misterio por que en realidad no supieron ni quien entro a la casa, al principio cuando el hermano de irene se dio cuenta de un lado de la casa habia sido tomada, pues se asustaron y vivieron solo de un lado por algunos dias pero despues paso de nuevo, la casa fue tomada y ellos hulleron hasta estar fuera de la casa, solos sin nadie, sin dinero ni pertenencias.ellos se fueron y todo quedo ahi!!!!!
att.... Gina Lizzette Vazquez Morales..
stubo xida la lectura.. pro nada cm la pelea de aier... wooooo!!!esa si stubo buena i no m djo n suspenso11!!
Casa tomada:
al inicio de la lectura relata sobre los personajes sobre sus actividades de diario, relata sobre Irene quien era una persona que le gustaba mucho el tejido. pero la lectura no se basa en ninguno de los 2 si no sobre la casa porque aparte de espaciosa y antigua guardaba los recuerdos de sus bisabuelos, el abuelo paterno, sus padres y toda la infancia. Por lo que yo lei la casa se apodero de ellos tuvieron que cambiar sus actividades por eso mismo pero al hacerlo volvio la casa a sorprenderlos hasta que optaron por salirse
DANIEL JARAMILLO RAMIREZ
esta lectura se encuentra un poco frustrada ya que los personajes se encontraban solos viviendo es una casa pero ellos escuchaban ruidos, extraños que provocaban que ellos sintieran que se encontraran con compañía de alguien mas todo esto hace que el cuento se haga interesante
atte: Alejandro peralta
este es un cuento ala vez fantasioso tan increíble como el miedo que poseen algunas personas, este cuento trata de una pareja que viven en una casa es como así se titulo esta historia "casa tomada" esta pareja de hermanos que viven en este hogar pasan por muchas aventuras una de ellas la que ase que se salgan de su casa solo por el temor, como suele pasar hoy en día dejamos algunas cosas valiosas por la inseguridad o por el miedo.
att:Damaris Loza
Fue una lectura muy interesante porque tiene un drama donde hace que nosotros nos involucremos con la lectura. Cambien me hizo reflexionar porque no me gustaría vivir en una casa donde este solo y a una edad en la que debería de estar con una familia,pero me conecte con la forma de la cual vivían los hermanos porque yo tambien me gusta limpiar mi casa y tener todo en orden ......
Made For: William Guillermo Antonio Cruz
el cuento es una historia de suspenso o talves de terror y creo que esta bien ademas te ace poner a pensar en las cosas fantasticas que puede suceder en este mundo... como son los espantos y vidas sobrenaturales.
MIRIAM GARCIA
En esta historia principalmente se busca abrir la mente del lector,por que conforme va pasando se hace mas intensa y pues también busca que al final el lector tenga la oportunidad de no quedarse con la duda de saber si los ruidos eran causados por alguien mas que los que vivían allí,o solamente por que la casa ya estaba muy vieja y ella misma era quien ocasionaba los ruidos, primero optaron por habitar solo media casa y al final hasta quedar fuera dela misma.
TONY ALEXANDER JAIMES CONSUELOS
este cuento es muy interesante por que es una historia de suspenso por en la casa antigua viven dos hermanos pero también alguien mas vive pero no pueden ver quien ese por eso dividen la casa para vivir
Casa tomada
Julio Cortázar
Es una historia basada en la fantasia en el misterio porque era una casa muy grande como para 8 personas era solo habitada por 2 Irene y otro ellos estaban ahi porque esa casa estaba llena de recuerdos muy familiares ellos pensaban que su destino era permanecer siempre juntos como hermanos ya que a el se le murio su mujer con qien empesaba a salir y a Irene rechaso estar con 2 buenos prospectos. su destino era estar ahy por siempre pero jamas se imaginaron que la casa misma los haria salir con muchos sucesos ellos ya no podian disponer de la casa y asi es como termina la historia una gran casa pero tomada por algo
TANIA ANAI ENRIQUEZ GARCIA
bueno esta historia esta muy impresionante ya que tiene una drama muy pero muy desarrollada .....
ya que no me gustaría vivir en una casa donde me espantes y menos a esa edad uf que ¡¡¡¡mello¡¡¡¡ jeje....
pero es muy interesante te envuelve en una drama muy dramática que te ayuda a desarrollar tus habilidades y pues esta muy chido ......
att: Giselle Ramirez moshi ....
esta lectura se me hizo interesante pero es un poco raro pero interesante y al momento de ir leyendo uno se va imaginando lo que va diciendo o lo que va pasando y es impresionante
este cuento esta muy bueno por que deja en suspenso y nos hace pensar muchas cosas ya que habla como en esta casa trae mala suerte xq nunca se casaron..............
att: jessica castillo
este cuento es muy interesante por que es una historia de suspenso por en la casa antigua viven dos hermanos pero también alguien mas vive pero no pueden ver quien ese por eso dividen la casa para vivir
atte:eduardo reyes reyes osea kpaz
es un relato mui interesante pero su trama es un poco enrredado pero como vas leyendo la lectura te vas imaginando como fueron pasando las cosas, es una historia que yo creo que hoy en actualidad pasa, esta bonita es inexplicable la reflexión que te deja
ATTE: LARRY
pues es un cuento muy interesante ya que lo k kuenta nos puede llegar a pasar, ps relata tal vez la dsdicha de los jovenes al eentrar a una casa y como siempr se busca dejar una enseñnza para ser cada dia mejor,en lo personal me parece un muy buen cuento q espero i sigan realizandolos....
Elena Abigail Ramirez Maya
este cuento esta un poco estraño pero a la vez interesante porque como viven en una casa grande donde cabían 8 personas pero una de ellas le gustaba mucho tejer la cual se la pasaba noche y día eso creo manda a uno de ellos por listón porque irene le hacia la ropa para ellos y de allí sacaban su muda de su ropa pero también esta muy extraño porque después abandonan las casa para irse y para retirase de allí esta casa es antigua y grande la cual la abandonaron cuento chido.
erik de jesus vazquez ceballos
"la casa tomada" es un cuento que quien se hiba a imaginar te dejaria en suspenso, la verdad este tipo de redaccoiones me gusta y esta lectura es una mas que me gusta, yaq ue me impresiono como solo por ser una casa vieja les traia segun él mala suerte porque no habian podido casarse, pero pues yo pienso que era porque no querian dejar la casa, pero me parecio mas ineresante cuando oyeron el ruido y simplemente se fueron diciendo que la casa habia sido tomada por quien quien sabe...........
atte... Aidé Díaz (tifanny)
que vivían dos personas en una casa muy grande y que en la casa escuchan muchos ruidos y se dan cuenta de que era su propia imaginación y ellos son una mujer y un hombre y se quieren mucho :(
att: jose angel cruz cruz (chavela)
PUEZ ESTE CUENTO ESTA MUI MISTERIOSO YA QUE LOS HERMANOS QUE AHI VIVIAN SE IMAGINABAN RUIDOSY PENSABAN QUE SE HABIAN APODERADO DE MEDIA CASA Y MEJOR DE FUERON DE LA CASA
ESTA LECTURA ESTA MUY PADRE POR QUE TE PUEDES IR IMAGINANDO LO Q VA A SECEDER Y COMO LOS HERMANOS SE IMAGINAN COSAS QUE NO SON ELLOS PIENSAN QUE TOMAN LA CASA Y YA AL ULTIMO SE VAN DE HAY X MIEDO PERO ESO ERA SOLO FRUTO DE SU IMAGINACION HAY VECES Q NUESTRA MENTE NOS HACE VER, OIR O PENSAR COSAS QUE SOLO ESTAN PASANDO DENTRO DE ELLA Y NOS CONFUNDE DEMACIADO AL GRADO DE PENSAR QUE ESO ESTA SUCEDIENDO REALMENTE Y PUES SI ME GUSTO X QUE COMO QUE HAY SE DA EL REALISMO MAGICO Y ES BUENO LEERLO Y PS LES RECOMIENDO LEER ESTA ENTRETENIDA HISTORIA
BY: JOVITA BERENICE HERNANDEZ TORRES
pues en esta lectura, se expresa algo se puede decir sorprendente ya que estos dos hermanos que viven en esta casa siempre hacían lo mismo dentro de la casa, lo que es la limpieza y la comida y sus actividades de gusto o lo k a ellos les satisfacía, pero llego un momento donde estos escuchan ruidos pensando k alguien estaba invadiendo la mitad de la casa, siendo que nadie lo estaba asiendo así que hubo una segunda ocasión donde el chavo volvió a escuchar y salieron de la casa, abandonándola siendo que nadie se estaba invadiendo la casa ni adueñándose de ella y pues la casa quedo abandonada, por esa intuición de escuchar los ruidos... estuvo padre
de: Ana Laura Flores Ramírez...
esta historia esta padre porque conforme la vas leyendo t vas imaginando lo que pasa... esta historia trata de dos hermanos un hombre y una mujer que por pasar su vida cuidando la casa que les heredaron sus bisabuelos nunca se casaron y se la pasan haciendo lo mismo todos los días, después de un tiempo el hermano comienza a escuchar ruidos y se asusta y tiempo después escucharon mas ruidos y deciden abandonar la casa porque piensan que alguien esta dentro pero solo es imaginación de ellos porque solo son ruidos que ellos dos inventaron...
atte.
Marisol S.C.
esta historia es muy interesante pero le tenemos que poner un poco de atención y imaginación para poder entenderla mejor ya que es una historia de dos hermanos que viven en una casa muy grande ella se dedica a tejer y el a leer libros,solo ocupan una parte de la casa ya que esta dividida por una puerta de roble ellos escuchaban ruidos extraños siempre y tenían miedo pues estos ruidos ya se avían apoderado de la mitad de la casa y lo seguían asiendo asta que un día los hermanos abandonaron la gran casa por miedo a los ruidos.
atte. Marlene Román Escobar
esa lectura esta muy bonita ya que maneja mucho suspenso pero a la vez es un cuento raro porque te imaginas como alguien solo puede vivir en la mitad de su casa solo por pensar que alguien entro a ella. lo mas raro que se me hiso de la lectura fue como la casa se apodero de los dos hermanos.
atte:jessica maruri rivera
es un cuento muy raro porque te mete unas ideas muy macabros as porque no sabes si están en un sueño o es verdad los ruidos fuero acorde a el cuento la verdad es un gran cuento no hay dudad solo que el se paso porque no dejaba de ser malo
ángel gabriel cruz saldaña
es un cuento muy interesante porque esta en suspenso, esta raro porque si no le ponemos atencion no le vamos a entender, me gusto mucho porque la historia no es de las que se ven en cualquier cuento de terror, si no que tiene su propio drama, esta muy bien estructurado pero lo unico mas me gusto fue que no haya tenido un final feliz, que sea como si fuera real.
patricia Bello Arias
LA CASA TOMADA...
este cuento trata sobre unos chavos que vivían en una casa enorme donde solo vivían ellos, relata la historia de lo que hacen en su vida diaria , como lo que hacia Irene que le gustaba tejer y en tiempos festivos tejía para sus seres queridos, al igual ellos vivían en esa casa porque guardaba recuerdos antiguos de sus abuelos,ellos al paso del tiempo pues imaginaban que que alguien extraño vivía en su casa , entonces como la casa era muy grande se pasaron del otro lado y también pensaban lo mismo que alguien alguna persona también habitaba la segunda mitad de la casa, pero ya después se dieron cuenta que todo lo que pensaban y decía que había en su casa era solo un producto de su amplia imaginación, peo pues es un cuento que me llamo mucho la atención porque nos deja en suspenso...
By: irma lisset rojas garcia.. :)
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